16 de mayo de 2011

En la muerte de Samuel Wanjiru: la maldición del maratón olímpico.

La triste noticia de la desaparición del campeón olímpico de maratón Samuel Kamau Wanjiru (24 años), sin duda uno de los mayores talentos de esta generación, me ha hecho recordar la trágica muerte de algunos de los hombres que ganaron esa medalla de oro. Como hay numerosas fuentes en las que rememorar el magnífico palmarés del keniata, he pensado en recordar esos dramas, y me gustaría hacerlo sin morbo.

El Ouafi asesinado por la independencia de Argelia.
El argelino Ahmed Boughéra El Ouafi fue el primer campeón olímpico africano (no consideramos tales a los atletas de etnia europea de la racista Unión Sudafricana) y lo fue ganando contra pronóstico el maratón de Amsterdam en 1928. Obrero de la Renault, dejó el trabajo para exhibirse como profesional. Después perdió sus ahorros al ser estafado por un socio del bar que compró y cayó en la miseria. Enfermo y sin ingresos, el diario L´Équipe promovió una suscripción entre sus lectores en 1956 (al ganar Alain Mimoun, otro franco-argelino, el maratón olímpico). El 10 de abril de 1959 miembros del FLN (Front de Libération Nationale) ametrallaron a los clientes de un bar de Saint-Denis matando, entre otros, al campeón. No se sabe si la represalia iba contra la propietaria del establecimiento por no pagar el "impuesto revolucionario" o contra él por no apoyar públicamente la independencia argelina. Tenía 60 años.
El último homenaje de Delfo Cabrera.
Es bien conocido que el santafesino Delfo Cabrera se proclamó campeón olímpico a los 29 años, en su primera carrera reglamentaria de maratón. Posteriormente fue campeón panamericano (1951) y 6º en Helsinki-52 (pese a correr más rápido que en Londres). Hombre cercano a Perón, cayó en desgracia tras la caída del general, aunque años después fue rehabilitado. Murió el 2 de agosto de 1981 de resultas de las lesiones sufridas en un accidente de automóvil cuando regresaba a su casa tras un homenaje que le habían dedicado en la ciudad de Lincoln. Tenía 61 años.
 
La leyenda de Abebe Bikila.
No hay aquí espacio para glosar la epopeya de Abebe Bikila, ese modesto pastor abisinio que se enroló en la guardia imperial del Negus y acabó cruzando descalzo el Arco de Constantino 25 años después de la invasión de su país por la Italia fascista. Su leyenda creció con su segunda victoria en Tokio y se quebró con la lesión y las operaciones que le obligaron a abandonar en México-68. Unos meses después, la noche del 22 de marzo de 1969, quedó atrapado en la carrocería de su Volkswagen escarabajo toda la noche, siendo rescatado al día siguiente con la columna fracturada. Trasladado a Londres en el avión del propio Hailé Selassié, salva la vida pero queda paralítico. Se dedica al tiro con arco y es invitado a los Juegos de Munich dónde pasea en silla de ruedas su modestia y dignidad. Muere de una hemorragia cerebral el 25 de octubre de 1973, con 41 años. Más de 65.000 etíopes asisten a su funeral.
Mamo Wolde, de héroe a villano.
Militar, Demisse "Mamo" Wolde estuvo en misiones de la ONU en Corea y el Congo, participando entre medias en los Juegos de 1956 en 800, 1.500m y ¡4x400! Ausente en Roma, fue 4º en los 10.000m de Tokio y abandonó en el maratón ganado por Bikila. Cuatro años después fue plata en los 10.000 antes de suceder a su compatriota y aún logró el bronce en el maratón de Munich. Fue detenido en 1993 acusado de haber participado en el asesinato de un muchacho durante la dictadura marxista de Mengistu (que había derrocado al Negus). Fue excarcelado en 1999 y murió por una enfermedad hepática el 26 de mayo de 2002, tenía 69 años.

Otros pasajes de la vida de los campeones nos recuerdan la dureza en que se forjaron la mayoría de ellos, como el pastor Spiridon Louis, los emigrantes Michel Théato, Thomas Hicks o Kenneth McArthur o el joven coreano Son Ki-chong, que tuvo que correr para el imperio ocupante de su país (y aún hoy figura como japonés en el palmarés). Tal vez una de las vidas más duras es la de Josia Thugwane, abandonado por sus padres y trabajando desde los 9 años en una granja de la Sudáfrica del apartheid hasta que se fugó para meterse en una mina, dónde descubrió el atletismo (más bien el dinero que podía ganar en él). Fue tiroteado en un atraco meses antes de los Juegos de Atlanta. Tras su victoria olímpica denunció otras extorsiones a él y su familia (y aprendió a leer, ya que era analfabeto).

Pero tampoco hay que olvidar que muchos de ellos mejoraron su vida gracias a su talento atlético, empezando por el pastor Spiridon Louis que obtuvo, además de homenajes y regalos, la concesión de la traída de aguas a Atenas desde el manantial de Maroussi.

1 comentario:

  1. “Matar (la muerte de alguien en su plenitud) a alguien es algo muy duro, ya que le quitas (pierde) todo lo que tiene y todo lo que podrìa llegar a tener”.
    (Sin perdòn-C.Eastwood-1992-).
    Me apena profundamente esta muerte.
    Un saludo.

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