15 de mayo de 2010

El "infierno" de Colombes

Las carreras de campo a través (cross country), una tradición británica como tantas en nuestro deporte, son hoy un pálido reflejo de lo que fueron en sus comienzos. La internacionalización del Cross de las Naciones y su posterior conversión en Campeonato del Mundo ha configurado un modelo de carrera rápida en hipódromos o caminos en las que sólo alguna cuesta y alguna curva cerrada recuerdan a aquellos cross originales en los que los crossmen británicos tenían que superar cercas de madera y muros de piedra, saltar riachuelos o subir rampas en las que no se podía correr.

 
El Cross en los Juegos Olímpicos.

La carrera -individual y por naciones- de campo a través figuró en el programa olímpico entre 1912 y 1924. Desde esa fecha permanece sólo en una curiosa variante contrarreloj cerrando el Pentatlon Moderno (hasta 2008 en que cambió para combinarse con el tiro). Periódicamente se habla de reintroducirlo... en los Juegos de Invierno ya que, al fin y al cabo, se trata de una disciplina invernal (¿veremos pronto a keniatas y etíopes colgándose medallas en estaciones de deportes invernales?).
Además de por ser poco adecuado para el verano, el campo a través fue suprimido del programa olímpico tras la dramática edición de los Juegos parisinos de 1924. El calor y el terreno por el que se diseñó el recorrido convirtieron aquella carrera disputada por los alrededores de la localidad de Colombes en el tristemente célebre "infierno de Colombes".

El "infierno de Colombes".

Una inusitada ola de calor había envuelto París la segunda semana de los Juegos y alcanzó su cénit el sábado 12 de julio. A las 14:30, hora de salida de la prueba, los termométros superaban (al sol) los 40º así que sólo se presentaron 38 de los 55 inscritos, representando a diez países (aunque sólo séis presentaron equipo, entre ellos España que alineó el máximo permitido de seis atletas).
Además del imbatible sexteto finés liderado por Paavo Nurmi y Ville Ritola (ya con dos oros cada uno en el zurrón), destacaban los suecos con Edvin Wide (plata en 10.000 y bronce en 5.000m) y los británicos con cinco buenos crossmen encabezados por Ernie Harper y Eddie Webster, dos futuros vencedores del Cross de las Naciones. España alineaba a los tres últimos campeones nacionales, los vascos Miguel Peña, Amador Palma y José Andía, al también vasco Fabián Velasco, al catalán Miguel Palau y al onubense Jesús Diéguez (que unos años después subiría al podio del cross de las Naciones... como francés).
El recorrido de 10,650 km discurría por los alrededores del estadio de Colombes, luego por los caminos y veredas que bajaban hasta el Sena frente a la isla de Marante donde, a la falta de sombras, se unía el vaho que desprendían las altas hierbas que jalonaban ese sector.
 
Una carrera dramática.

Desde los primeros controles tomó la cabeza el sueco Wide seguido por los finlandeses Ritola y Nurmi y los ingleses Harper, Webster y Benham, de lo que eran puntualmente informados por megafonía los espectadores del estadio gracias al sistema de "telegrafía sin hilos" que operaba por primera vez en unos JJ.OO. Wide seguía tirando del grupo de cabeza por el km 4,3 pero en los hectómetros siguientes empezó a notarse la dureza del circuíto y el calor agravados por el hedor de un vertedero y el hecho de pasar por una hondonada en la que no corría el aire. Por el km 5,9 mientras se constataron ya los primeros abandonos, Nurmi salió de su reserva e inició su dominio seguido a unos metros por Ritola y, ya más lejos, por Wide. Entre ese control y el siguiente se registraron 9 abandonos más y la organización se encontró con un penoso rosario de hombres caídos por las veredas como si fuese una prueba de debutantes y no lo más granado del pedestrismo olímpico. A esas alturas ya habían abdicado Diéguez, Palau y Palma.
Por delante Nurmi, insensible al calor pese a ser un hombre del norte, había descolgado ya a todos y pasaba por el último control, a un kilómetro del estadio, con más de un minuto sobre Ritola. Wide yacía en esos momentos desmayado y en estado parecido se encontraban todos sus compatriotas, varios finlandeses, la mayoría de los británicos y un largo etcétera de corredores.
Tras casi 33 minutos de esfuerzo Paavo Nurmi culminó sin esfuerzo aparente su carrera y revalidó su título de Amberes-1920. Hubo que esperar casi minuto y medio para que un fatigado Ville Ritola cruzase la meta. El tercero, más de un minuto después, fue el negro estadounidense Earl Johnson (el primer fondista afroamericano de calidad), que superó a Ernie Harper en el tramo final. Y luego, en quinta posición, se asomó a la puerta del estadio el pequeño guipuzcoano José Andía que, tras dar unos pasos en el recinto, se desplomó, totalmente vacío. Apenas 300m le separaron de la leyenda. El inglés Arthur Sewell sufrió un calvario parecido y los hombres que consiguieron cubrir los 300m en el estadio no llegaron en mucho mejor estado. Fueron tres americanos más, tres de los franceses, un italiano, un sudafricano y dos españoles, Velasco y Peña, antepenúltimo y penúltimo a 6 y 8 minutos de Nurmi. Cerró la clasificación en 15º lugar el local Maurice Norland que dio así el bronce colectivo a Francia por detrás de los EE.UU. y de una Finlandia que salvó el oro por los pelos con la 12ª plaza del veterano Heikki Liimatainen (bronce individual en 1920). Sólo esos tres países lograron clasificar a tres de sus hombres ya que, además de España, no completaron el terceto los británicos (cuatro abandonos de cinco participantes) y los suecos, que abandonaron todos (Italia ya había salido con el equipo incompleto). El deplorable espectáculo de este "infierno de Colombes" llevará a la supresión de la prueba en las siguientes ediciones de los Juegos.
Paavo Nurmi, que sumaba su tercer y cuarto oros (1.500, 5.000, cross individual y por equipos) sumaría otro al día siguiente en la final de 3.000m por equipos. Se convertía así en el único atleta de la historia en haber ganado cinco medallas de oro en una edición de los Juegos, algo que los anglosajones suelen obviar cuando ensalzan los cuatro oros de Jesse Owens en 1936 y Carl Lewis en 1984 (que sumaron tres individuales como Nurmi: Alvin Kraenzlein en 1900 logró cuatro oros individuales en 60m, 110m vallas, 200m vallas y Longitud).

4 comentarios:

  1. Hola.
    Gracias por tu magnìfico blog.
    Respecto a la entrada,como decìa Josè Isbert en "El Verdugo"(hablo de memoria):"Es que la raza degenera.Eran otros tiempos".
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Grandísimo post. En la línea de este blog, por supuesto. Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Gracias amigos por vuestra generosidad ¿como responder sin caer en la cursilería o la petulancia? Sólo deciros que siento que los lectores de este rincón compartimos el interés por estas historias.
    ¡Ah, Molloy! Como ya sabes compartimos nuestra pasión por el buen cine y tu comentario me ha hecho recordar una frase de la madre del director, Luis Gª Berlanga (Dª Amparo debía llamarse), al periodista de turno: "Dígale a mi hijo que haga películas de amor, como las que le gustan a mis amigas, con Sarita Montiel".

    ResponderEliminar
  4. Qué gran trabajo. Os paso por aquí mi blog. Anestesia Deportiva.
    Esto de una atleta http://anestesiadeportiva.blogspot.com/2010_03_10_archive.html

    ResponderEliminar