15 de enero de 2010

Silvio Cator, un recuerdo para Haití

Poco podemos añadir aquí -más allá de expresar nuestro horror y de manifestar nuestro deseo de solidaridad- sobre el terremoto que ha sacudido Haití, el país más pobre del hemisferio occidental. Nuestro pequeño homenaje para ese país (tan olvidado y machacado como creativo, con uno de los movimientos de pintores populares más interesante del siglo XX y una música notable) es rememorar al mejor deportista de su historia, el saltador de longitud Silvio Cator.

Haití en la primera mitad del siglo XX.
Estos días se ha recordado que Haití -la parte occidental de la Española, isla que comparte con la República Dominicana-, fue el segundo país de América (tras los EE.UU.) en alcanzó su independencia en 1804. La independencia del nuevo estado, habitado mayoritariamente por descendientes de esclavos africanos, no mejoró la vida de la mayoría ya que las élites de mulatos, militares negros y comerciantes extranjeros (franceses, estadounidenses, ingleses y una potente colonia alemana) defendían sus respectivos intereses mediante contínuas insurrecciones mientras el pueblo era cada vez más mísero.
Esa inestabilidad propició una intervención militar conjunta de EE.UU., Alemania y Francia en enero de 1914 (alianza curiosa meses antes del desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial) y la ocupación de la isla por los EE.UU. entre 1915 y 1934. Curiosamente esa fue la edad de oro del deporte haitiano.

Debut de Haití en los Juegos Olímpicos.
Su debut olímpico se produjo en los Juegos de París en 1900 con dos tiradores de esgrima, André Corvington y Léon Thiercélin que compitieron sin mayor relieve. Sin embargo -como señala nuestro amigo Fernando Arrechea en su blog "Olimpismo" (http://olimpismo2007.blogspot.com/2009/07/trivial-olimpico-i-el-desenlace.html)- un haitiano se colgó una medalla de oro en esos Juegos: fue Constantin Henriquez de Zubiera, estudiante de medicina en París, integrante del equipo de rugby francés que ganó el torneo (se llevó otra plata en la lucha a la cuerda). Tres veces campeón de Francia de rugby a XV con el Stade Français, fue el primer deportista negro en ganar una medalla y un título olímpicos.
La república haitiana no volvió a los Juegos hasta los siguientes que se celebraron en la capital francesa en 1924 y en esa ocasión desplazó ocho deportistas, tres atletas y cinco tiradores de rifle. Y estos cinco militares (Ludovic Augustin, Destin Destine, Eloi Metullus, Astrel Rolland y Ludovic Valborge) dieron a Haití su primera medalla, el bronce en tiro con rifle por equipos tras EE.UU. y Francia (paradójicamente los dos países más influyentes en su historia). Entre los atletas destacaron el velocista André Théard, cuartofinalista en 200m, y Silvio Cator, 12º en la final de salto de longitud.

Un saltador genial.
Silvio Cator nació el 9 de octubre de 1900 en Cavaillon (en esa misma localidad nacería en 1946 Gerard Jean-Juste, el sacerdote conocido como el "Martín Lutero King haitiano"). Excelente futbolista (llegó a ser capitán de la selección de Haití) fue un atleta con un enorme talento para el salto de longitud ya que, sin una técnica depurada ni un entrenamiento demasiado constante ("dilettante de génie" le llamó Robert Parienté), desafió a los mejores norteamericanos.
En la final de 1924 en la que se impuso el estadounidense William DeHart Hubbard -el primer negro campeón olímpico en atletismo- acabó 12º con 6,81m pese a que tenía un RN de 7,43m (con esa marca habría sido subcampeón olímpico).
Pese a competir de forma esporádica, superó los 7,50m en 11 ocasiones. Una de ellas fue con ocasión de su segunda final olímpica, en Amsterdam en julio de 1928: con 7,58 (hizo otro salto de 7,50) se colgó la plata tras el recordman mundial Ed Hamm. Unos meses después, el 9 de septiembre en el estadio de Colombes, el haitiano se fue hasta 7,93m convirtiéndose en el primer plusmarquista no anglófono en este concurso y en el primero en superar los 26 pies (7,9248m). Esa marca sigue siendo RN de Haití, probablemente el RN en vigor más antiguo.
Y tal vez Silvio Cator fue también el primer atleta en pasar de 8 metros: en marzo de 1929 habría saltado 8,04 (salto que aparece recogido por estadísticos de la época como el finlandés Martti Juhola pero para la leyenda anglosajona queda más heróico que el primero en superar esa barrera fuese Jesse Owens).
Cator volvió a los Juegos en 1932 pero se lesionó en su primer intento y acabó 9º con 5,93m. Posteriormente fue alcalde de la capital Port-au-Prince desde 1946. El gran estadio nacional, terminado en 1952, año de su muerte, fue bautizado con su nombre. En la tragedia de esta semana es el lugar en el que se han refugiado muchos haitianos.

Haití en Juegos posteriores.
Tras esas tres apariciones consecutivas, Haití desapareció del panorama olímpico coincidiendo con la salida de EE.UU. del país en 1934. Tras una fugaz aparición en 1960 con un halterófilo, participó con regularidad desde 1972. Ya no ha vuelto al podio siendo sus mejores representantes el boxeador de 18 años Yves Jeudy, cuartofinalista en 1976, y el vallista Dudley Dorival, nacido en EE.UU. de padres haitianos, 7º en 110m vallas en Sydney-2000 (y bronce mundial en 2001, además de campeón centroamericano en 2002). Otro atleta de origen haitiano campeón olímpico es Bruny Surin, emigrado con su familia a Canadá con 7 años, que formó parte del cuarteto campeón de 4x100 en Atlanta-96 (y dos veces campeón mundial indoor de 60m, dos veces absoluto de 4x100 y otras dos subcampeón individual en 100m) . El saltador canadiense de longitud y triple Edrick Floreal, dos veces olímpico y bronce en longitud en los Juegos de la Commonwealth de 1990 es otro buen atleta nacido en Haití.

Sirvan estas líneas de recuerdo a aquellos hombres que escribieron páginas más amables de la historia de Haití que las que ahora vive su pueblo.

1 comentario:

  1. bonito reportaje en un momento más que oportuno.
    Haití es un país claramente falto de eso que llaman suerte.
    Henriquez de Zubiera, que era médico y escribió varios libros sobre el futuro de Haití y diversos planes de desarrollo, estaría desolado.

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