Desde 1965 hasta hoy la vida de muchos africanos apenas ha cambiado y, en algunos casos, lo ha hecho para peor. El continente negro presenta unos indicadores económicos y humanos que cubren de verguenza a todos los que compartimos este mundo. Pero lo que sí han demostrado los africanos desde que lograron su independencia política es su talento atlético y su pasión por los deportes. Y aunque brillan en muchos, tras el fútbol (una pasión mundial que en África roza el delirio) es en el atletismo donde han logrado mostrar al mundo su potencial y, en muchos casos, acceder a una vida mejor: hoy oímos con frecuencia exclamaciones de impotencia de los europeos quejándose de que no se puede competir con los africanos. Quienes así hablan, olvidan (o desconocen) de dónde vienen estos héroes de las pistas y el asfalto, en qué terribles circunstancias transcurrió su infancia y qué dificultades han tenido que superar desde su aldea en los altiplanos del Rift Walley, en las faldas del Atlas o en las costas de Senegambia (de las que los europeos se llevaron a sus antepasados para esclavizarlos en las plantaciones del Caribe y la Louisiana).
Hoy en día es difícil imaginar el entusiasmo y las esperanzas que despertó en 1965 la celebración de los primeros Juegos pan-africanos en la capital congoleña.
Kenia, pese a traer sólo 13 atletas, fue la gran triunfadora con los Kiprugut, Keino, Kogo o Temu que asombrarían al mundo en México-68. El primer medallista olímpico keniata Wilson Kiprugut (bronce en los 800m de Tokio) ganó los 400 y los 800m, aunque Senegal se llevó los dos relevos. Kip Keino, uno de los pocos africanos que ya era una figura mundial reconocida, dominó los 1.500 y los 5.000 escoltado por sus compatriotas Maina y Temu. Ben Kogo, de 19 años, se llevó los obstáculos (inaugurando el monopolio de los keniatas en todo tipo de competiciones) y Kimaru Songok los 400 vallas.
Gaoussou Koné dominó en 100 y 200m a todos sus rivales y es que el marfileño había sido finalista olímpico del hectómetro en Tokio. Costa de Marfil se llevó también los títulos de pértiga con Brou Elloé y peso con Denis Seguí Kragbé. La figura de Nigeria fue Samuel Igun, oro en altura y triple, y lograron otras tres victorias con Folu Erinle (110 vallas), Edward Akika (longitud) y Anthony Oyakire (jabalina). Completó el elenco de países campeones en categoría masculina Mali con el oro en disco de Namakoro Diaré.
En categoría femenina (sólo seis pruebas) Nigeria y Ghana se repartieron las medallas con cuatro títulos para las nigerianas y dos para las ghanesas con la veterana Rose Hart (80 vallas) y la jovencita de 16 años Alice Annum (longitud). Las campeonas nigerianas fueron, además de las componentes del relevo, Jumoke Bodunrin (100m), Amelia Okoli (altura) y Helena Okwara (jabalina).
En resumen, los países de la zona ecuatorial occidental dominaron la velocidad y los concursos mientras Kenia monopolizó las distancias superiores a los 400m. De los participantes norteafricanos sólo brillaron los egipcios con platas en pértiga, longitud y peso. Otros países que subieron al podio fueron Madagascar (con el sprinter Ravelomanantsoa), Uganda, Tanzania, Etiopía (con el solitario bronce de Mamo Wolde en los 5.000), Chad, Camerún y el Congo que logró con la plata de Henri Elendé en altura la única medalla de los anfitriones. Medallistas y medallero en http://en.wikipedia.org/wiki/Athletics_at_the_1965_All-Africa_Games
Otra consecuencia de esos Juegos fue la fundación del Consejo Superior del Deporte en África (CSSA), el organismo rector del deporte pan-africano.
El 25 de julio en un estadio de la revolución abarrotado más de 70.000 gargantas se despidieron al grito de "¡Africa, oyé!" hasta la segunda edición prevista en la capital de Mali. Bamako, para 1969, una edición que nunca tendría lugar. pero eso, es otra historia...
4 de junio de 2009
Los héroes de los I Juegos Africanos (Brazzaville 1965)
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