Bisnieto de esclavos, Isabelino Gradín nació en Montevideo el 8 de julio de 1897. El “negro” comenzó a jugar al fútbol en 1914, pasando con 18 años al Peñarol de Montevideo, con el que sería campeón de Uruguay en 1918 y 1921. Enloquecía a los aficionados con su imparable carrera sin dejarse el balón atrás.
Gradín compaginó su carrera futbolística con una brillante carrera como atleta en el club Olimpia. Fue Campeón Sudamericano de 400m (1918/20/22), de 200m (1919/20) y de 4x400 (1920/22). Era un fenómeno de la naturaleza que marcó diferencias con su velocidad y su sublime conducción del balón en carrera y fue admirado por las masas… y los poetas: el poeta Juan Parra del riego le dedicó su "Polirritmo al jugador de fútbol". Falleció en medio de una gran pobreza el 21 de diciembre de1944 (47 años).
Palmarés:
.1º Cto.Iniciación 1918(B.Aires) 400m .3º 200m .2º 4x400
.1º Cto.Sudamericano 1919(Montevideo) 200m .2º 4x400
.1º Cto.Sudamericano 1920(Santiago Chile) 200m/400m/4x400
.1º Cto.Latino-Americano 1922(Rio de J.) 400m/4x400
Palpitante y jubiloso
como el grito que se lanza de repente a un aviador,
todo así claro y nervioso,
yo te canto, ¡oh jugador maravilloso!
que hoy has puesto el pecho mío como un trémulo tambor.
Ágil,
fino,
alado,
eléctrico,
repentino,
delicado,
fulminante,
yo te vi en la tarde olímpica jugar.
Mi alma estaba oscura y torpe de un secreto sollozante, pero cuando rasgó el pito emocionante
y te vi correr...saltar...
Y fue el ¡hurra! Y la explosión de camisetas,
tras el loco volatín de la pelota,
y las oes y las zetas
del primer fugaz encaje de la aguja de colores
de tu cuerpo en el paisaje,
otro nuevo corazón de proa ardiente,
cada vez menos despacio
se me puso a dar mil vueltas en el pecho de repente.
Y te vi, Gradín
bronce vivo de la múltiple actitud,
zigzagueante espadachín
del golkeeper cazador,
de ese pájaro violento
que le silba a la pelota por el viento
y se va, regresa y cruza con su eléctrico temblor.
¡Flecha, víbora, campana, banderola!
¡Gradín, bala azul y verde! ¡Gradín, globo que se va!
Billarista de esa súbita y vibrante carambola
que se rompe en las cabezas y se enfila más allá...
Y discóbolo volante, pasas uno...
dos...
tres...cuatro...
siete jugadores...
La pelota hierve en ruido seco y sordo de metralla,
se revuelca una epilepsia de colores
y ya estás frente a la valla
con el pecho...el alma...el pie...
y es el tiro que en la tarde azul estalla
como un cálido balazo que se lleva la pelota hasta la red.
¡Palomares! ¡Palomares!
de los clásicos aplausos populares...
¡Gradín, trompo, émbolo, música, bisturí, tirabuzón!
(¡Yo vi tres mujeres de esas con caderas como altares
palpitar estremecidas de emoción!)
¡Gradín! róbale al relámpago de tu cuerpo incandescente,
que hoy me ha roto en mil cometas de una loca elevación,
otra azul velocidad para mi frente
y otra mecha de colores que me vuele el corazón
Tú que cuando vas llevando la pelota
nadie cree que así juegas:
todos creen que patinas,
y en tu baile vas haciendo líneas griegas
que te siguen dando vueltas con sus vagas serpentinas.
¡Pez acróbata que al ímpetu del ataque más violento
se escabulle, arquea, flota
no lo ve nadie un momento,
pero como un submarino sale allá con la pelota...!
Y es entonces cuando suena la tribuna como el mar:
todos grítanle: ¡Gradín! ¡Gradín! ¡Gradín!
Y en el ronco oleaje negro que se quiere desbordar,
saltan pechos, vuelan brazos y hasta el fin
todos se hacen los coheteros
de una salva luminosa de sombreros
que se van hasta la luna a gritarle allá:
¡Gradín! ¡Gradín! ¡Gradín!
* Poema del poeta peruano Juan Parra del Riego, 1894-1925, dedicado al futbolista Isabelino Gradín.
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