14 de agosto de 2010

Antonio Pettigrew ¿"in memoriam"?

Suelo escribir aquí perfiles de algunos atletas del pasado cuando fallecen. Me parece interesante recordar qué hicieron en el campo del deporte y rendirles un pequeño homenaje así como recordarlos para los más jóvenes. Sin embargo me cuesta hacerlo en el caso del recientemente fallecido cuatrocentista Antonio Pettigrew, un atleta que fue campeón del mundo individual y olímpico de relevos pero que -aunque nunca dio positivo- confesó haberse dopado y vio cómo se le retiraban algunas de sus medallas (que no todas).

Breve perfil del atleta.
Nació en Macon (Georgia) el 3 de noviembre de 1967 y estudio en el St. Augustine´s College. De envergadura mediana (1,83m/76 kg) fue uno de los cuatrocentistas más regulares de su país durante los 90´, aunque no logró meterse en el selecto grupo de los sub-44 (9 atletas de EE.UU. desde 1968). Pese a coincidir en un primer momento con los Butch Reynolds, Steve Lewis o Quincy Watts y, posteriormente, con los Michael Johnson, Jerome Young o los hermanos Harrison se labró un notable palmarés a lo largo de más una década al máximo nivel (1989-2002).
Cinco veces campeón de EE.UU. (la primera en 1989 y la última en 2001), falló en la Copa del Mundo de Barcelona-89 (5º) pero se resarció dos años después logrando el título mundial en Tokio-91 tras doblegar en una apasionante recta final al campeón europeo Roger Black (los británicos le devolvieron la moneda en la última posta de un apasionante relevo en el que fue superado por Kriss Akabusi).
Desde 1993 quedó eclipsado en el plano individual por Michael Johnson pero siguió compitiendo con tenacidad. Si en el plano individual no volvió a subir a los grandes podios (semifinalista en Stuttgart-93, 7º en Atenas-97, 5º en Sevilla-99, 7º en los JJ.OO. de 2000 y 4º en Edmonton-2001), se convirtió en un hombre clave del relevo USA con el que logró, además del RM en 1998, los títulos mundiales de 1997, 1999 y 2001 y el olímpico en Sydney-2000 (la única vez que logró clasificarse, ya con 32 años, para los JJ.OO.). Su plusmarca "legal" es de 44.27 (1989), aunque la mejoró en 1997 (44.23) y 1999 (44.21), y fue cronometrado en 43.1 como segundo relevista del equipo campeón del mundo en 1997.

La confesión y la devolución de las medallas.
La confesión de Pettigrew, quien nunca dio positivo en una prueba de control, ocurrió en 2008 durante el juicio a su entrenador Trevor Graham -el mentor de Marion Jones y Tim Montgomery-, quien estaba acusado de mentir a las autoridades federales en la investigación sobre dopaje de los laboratorios BALCO. "Me dopé y ahora debo asumir las consecuencias", afirmó en su declaración ante el juez a quien precisó que Graham le indujo a inyectarse eritropoietina (EPO) y la hormona de crecimiento humano en 1997. "Cuando empecé a doparme fui capaz de correr con regularidad los 400 en 44 segundos. Conseguía tiempos increíbles y me recuperaba más rápidamente", añadió en aquella ocasión.
Tras reconocer el uso de sustancias de dopaje, Pettigrew perdió también las medallas de 4x400 de los JJ.OO. de 2000 y de los Mundiales de 1997, 1999 y 2001. Sólo conservó las de oro en 400 metros y de plata en 4x400 en Tokio 1991, ambas conseguidas antes de recibir sustancias prohibidas, y sus tres títulos USA anteriores a 1997.
Las causas de la muerte del atleta son aún confusas, ya que se produjo cuando se dirigía a su casa desde la Universidad de Carolina del Norte, donde trabajaba como entrenador. Dos amigos, alertados por su mujer Cassandra, hallaron su vehículo en un puente de una carretera local la madrugada del pasado miércoles 11 de agosto. En el asiento trasero y sin señales de violencia yacía el cuerpo del deportista. "Parecía estar dormido, pero no reaccionó", declaró Gary Blankenship, sheriff del condado de Chatham. El policía explicó que aún es pronto para determinar si se trata de un suicidio o un hecho accidental. Las pruebas toxicológicas, que se harán públicas en cuatro semanas, podrán dar pistas sobre las causas de su muerte (los años de consumo de sustancias para aumentar su rendimiento o a una sobredosis de algún medicamento).
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Para acabar, me permito transcribir el obiutario que publica hoy La Vanguardia y que firma Sergio Heredia ya que refleja, pese a alguna imprecisión final, en buena medida lo que algunos pensamos:
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 Títulos entre brumas
Antonio Pettigrew (1967-2010) 
Atleta, campeón mundial de 400 m y sancionado por dopaje

El caso alimentará leyendas: se trata de la muerte de un atleta sensacional, y también de alguien cuya carrera se había visto intoxicada por una confesión tardía. En el 2008, ya retirado, Antonio Pettigrew admitió que había tomado EPO. Hay mucho colorido tras esta historia, mucho material para los corrillos atléticos. Pettigrew no fue un atleta cualquiera, sino un campeón mundial de los 400 metros, algo que logró en 1991, en Tokio, poco antes de que apareciera el gran Michael Johnson, el mejor especialista de todos los tiempos.
Los más curiosos deberán esperar cuatro semanas, el tiempo de los resultados de una autopsia, antes de averiguar las causas del fallecimiento de Pettigrew. Todo ocurrió el otro martes, cuando contaba 42 años. Por ahora, sólo se sabe que el cuerpo había aparecido en el asiento trasero de su coche, en la ruta que va desde su despacho en la universidad de Carolina del Norte hasta su casa, a las afueras de Raleigh. En los primeros análisis, la policía ha desvelado la presencia de somníferos. En algunas fuentes, se cita la posibilidad de un suicidio. Pettigrew deja una esposa y un hijo.
Los amantes del atletismo recordarán sus andanzas durante los años noventa: el tobillo fino y el instinto competitivo. Pettigrew no fue un corredor decisivo pero sí un tipo importante. No dejó marcas de relumbrón, aunque registró algunas hazañas. ganó aquel Mundial de 1991 en los tiempos en que flirteaba con la barrera de los 44s en la prueba de la vuelta a la pista, cuando llegó a firmar 44.27.
la historia acabaría deparándole un papel secundario, lastrado por un sinfín de circunstancias: la proliferación de grandes cuatrocentistas estadounidenses (de allí son los nueve hombres que han bajado de 44 segundos), liderados por un icono como Michael Johnson, y el epílogo de su carrera, aquella confesión que le entronca con el caso Balco, quizás el mayor escándalo de dopaje de la historia del deporte norteamericano. El día de la confesión el prestigio de Pettigrew se fue al garete.
Quienes le defienden atribuirán el caso a las malas compañías. Entre 1997 y 2001, en la fase terminal de su carrera deportiva, Pettigrew frecuentaba el grupo de Trevor Graham, el mismo que había dirigido la carrera de Marion Jones y Tim Montgomery. Hoy, muchos de estos personajes forman parte de un oscuro pasado.: tanto Jones como Montgomery han pasado un tiempo entre rejas, fagocitados por la justicia y la vergüenza.
De puertas afuera, no ha sido así en el caso de Pettigrew: este hombre nunca dio positivo. Nunca, ni durante sus grandes tiempos de 1991, ni en los mundiales sucesivos, cuando llegó a recoger tres oros en los relevos 4x400m, en equipos liderados por Michael Johnson, Jerome Young y los gemelos Harrison. Ha perdido todos esos títulos: su confesión iba a poner en un brete a la IAAF, que  decidiría retirarle los oros e incluso el título olímpico que había logrado en Sydney, en el 2000.

2 comentarios:

  1. Las pruebas toxicológicas, que se harán públicas en cuatro semanas, podrán dar pistas sobre las causas de su muerte (los años de consumo de sustancias para aumentar su rendimiento o a una sobredosis de algún medicamento). (¡!)

    ¡Cuánta demagogia ramplona! Escuece ver cómo se hace leña del árbol caído a la mínima de cambio. Pettigrew confesó haberse inyectado ¡eritropoyetina! Las inyecciones seriales de eritropoyectina por vía subcutanea (la que toman los deportistas a diferencia de sueros o intravenosa que se les administra a los enfermos de insuficiencia renal) hacen que el deportista o paciente vuelva a sus niveles basales a los 3-4 días de su administración; es decir, la eliminación de la EPO exógena es bastante rápida reactivándose la producción endógena de EPO sin más. Por favor, dejemos de alimentar bulos . No hacen ningún bien ni al deporte ni al deportista, quien -no lo olvidemos- es, ante todo, una persona y debe tener derecho al honor y la dignididad.

    D.E.P, Antonio P.

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  2. Lectror Anónimo, agradeciendo tu comentario, ya que la libre expresión de opiniones es la base de cualquier foro, querría comentar tus opiniones:
    a) "¡Cuánta demagogia ramplona!" Creo que en pocas páginas se respeta tanto la historia del atletismo como en ésta.
    b) El derecho al honor y la dignidad se pierde cuando uno actúa con deshonor y sin honestidad ¡y no se recupera por el mero hecho de fallecer!
    c) ¿"Alimentar bulos"? "Me dopé y ahora debo asumir las consecuencias", afirmó en su declaración ante el juez a quien precisó que Graham le indujo a inyectarse eritropoietina (EPO) y la hormona de crecimiento humano en 1997.
    d) "la eliminación de la EPO exógena es bastante rápida" ¿y de la hormona del crecimiento también? ¿Y se conocen todas sus consecuencias psíquicas y físicas a medio y largo plazo?
    e) Aquí hemos reflejado la trayectoria deportiva de Antonio Pettigrew y lamentamos su fallecimiento tan jóven, pero no podemos dejar al margen las circunstancias que marcaron su trayectoria y que él (a diferencia de otros) asumió, ya que nunca dio positivo "legalmente". No juzgamos a nadie pero comentamos hechos y no difuminamos ni endulzamos tampoco la memoria del atletismo que no consta sólo -por desgracia- de marcas.

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