De nuevo aquí, tras unos días de vacaciones totales (es decir, sin Internet). Iniciamos la nueva temporada del Blog con unas notas sobre el nuevo plusmarquista mundial de 800m que ha protagonizado sin duda la gran hazaña atlética de este 2010.
El masai David Rudisha.
Como sin duda ya habréis leído en numerosos medios estos días, David Lekuta Rudisha nació el 17 de diciembre de 1988 (¡tiene 21 añitos!). No pertenece a la etnia Kalenjin (o nandi) de la que proceden la mayoría de los atletas kenianos más conocidos, sino que es un Masai, aunque de la zona del sur del Rift Valley (nació en Kilgoris, capital del distrito de Trans Mara, en la frontera con Tanzania). Los Masai son un grupo nómada que agrupa entre 350.000 y 850.000 individuos en estos momentos y buena parte de ellos son pastores. Son conocidos por su atuendo y se alimentan esencialmente de leche y sangre de su ganado.
Sin embargo se formó, como tantos buenos atletas de Kenia, en la escuela secundaria St.Patrick de Iten (distrito Keiyo) a la que le envió su padre, bajo la batuta del famoso descubridor de talentos padre Colm O’Connell (entre otros muchos Peter Rono, Wilson Kipketer, Wilson Boit Kipketer o Ibrahim Hussein). Tenéis una interesante entrevista con este ex-profesor de Geografía en http://www.mensracing.com/athletes/interviews/2005/colmoconnell.html.
Un padre medallista olímpico: Daniel Rudisha.
Y es que el muchacho es hijo de Daniel Matasi Rudisha, un buen corredor de 400m en los años sesenta. Nació también en Kilgoris el 11 de agosto de 1945 y era algo más fornido (1,80m/76kg) que su hijo David (1,83m/70kg). Verdadero talento natural, apenas había corrido cinco veces en pista cuando John Velzian, el entrenador británico de la selección keniata, lo incluyó en el viaje a Kingston para disputar los Juegos de la Commonwealth de 1966. En la capital jamaicana, el masai (al que entonces se nombraba como Matasi frecuentemente) fue 4º en la final de 440 yardas con 46.45 a sólo 3/100 del bronce. Un año después, en la localidad keniana de Kisumu, Rudisha se proclamó campeón de África oriental y central de 440 yardas (45.8 en altura) y 4x440y.
Seleccionado para los Juegos de México-68, pasó la primera ronda de 400m (4º con 46.96) y cayó en Cuartos (6º con 47.68). Posteriormente formó con Charles Asati, Munyoro Nyamau y Naftali Bon un sorprendente relevo largo. Ya en su eliminatoria el cuarteto de Kenia fue 2º en su serie tras EE.UU. (que igualó el récord olímpico con 3:00.71) con un nuevo récord africano de 3:00.84. Y en la final, aunque estuvieron lejos de los americanos y su fabuloso RM que aguantará 20 años (2:56.16), no sólo superaron a los potentísimos cuartetos de la RFA y Polonia, sino que se convirtieron en el primer cuarteto no estadounidense en bajar de los tres minutos (2:59.64). Rudisha fue cronometrado en 44.4, el 4º mejor relevo de esa final tras los de los americanos Freeman (43.2), James (43.8) y Evans (44.1), los tres medallistas individuales. La marca de los del Rifft Valley fue récord de la Commonwealth y África hasta 1984 (lo batieron Gran Brataña y Nigeria en la final olímpica los Ángeles, plata y bronce con 2:59.13 y 2:59.32 respectivamente) y nacional hasta 1992 cuando otro cuarteto de Kenia corrió en 2:59.63 en series de los Juegos de Barcelona (luego no acabaron la final por lesión).
Regreso a la aldea.
De regreso a casa, Rudisha fue uno de los protagonistas de las celebraciones ya que el entonces presidente -y padre de la independencia del país- Jomo Kenyatta tuvo muy en cuenta destacar a campeones de todas las etnias y él era el masai de los medallistas. Eso era muy importante en un país que apenas tenía cuatro años de vida y en el que se temía el predominio de la etnia mayoritaria de los kikuyu. Rudisha fue objeto de reportajes de destacados medios internacionales (como la revista americana LIFE) que le siguieron hasta su aldea y lo fotografiaron vestido con su chaqueta y corbata en medio de esos masai tan pintorescos para las revistas de la época.
Posteriormente tuvo algunas tareas federativas y políticas en su distrito de Trans Mara. Allí nació David, uno de los muchos hijos que tuvo con varias esposas.
Sin embargo, a sus 65 años, no pudo ver en directo el récord mundial de su hijo David ya que, según declaró a un periodista que fue a visitarle, "...se le había estropeado la televisión y tenía además graves problemas de la vista..." aunque dijo que no tardaron en comunicárselo personas de una aldea vecina que lo habían visto en una TV por satélite.
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Fantástico reportaje.
ResponderEliminarRaül.