En estos días en que está en el candelero el estado de Pakistán (y su carácter), nos acordamos del mejor atleta nacido en el actual estado pakistaní, el sikh Milkha Singh, cuya lucha frente a la adversidad es un compendio de la historia de la antigua "perla de la corona" británica.
Los Singh.
El apelativo Singh, extendidísimo en la península indostánica y en la diáspora, es compartido por millones de indios, pero los sikhs lo portan casi universalmente como una suerte de sobrenombre distintivo de su fe; en sánscrito singh significa león (las mujeres usan Kaur, princesa). Los sikhs (o sijs) son una secta religiosa que agrupa a más de 25 millones de personas, la mayoría de ellas (20 millones) en el Punjab indio. El rechazo de los sijes al sistema de castas se refleja en que prefieren evitar el uso del apellido, ligado a la identificación de las castas, utilizando sólo su nombre seguido de Singh o Kaur.
Ello implica que cientos de atletas indios se "apellidan" Singh, la mayoría de ellos reconocibles por el pelo largo (no deben cortarlo) recogido por un turbante o por el khanga, un pequeño peine ceremonial. Entre todos ellos destacó a finales de los años 50´ Milkha Singh, el mejor atleta masculino de la historia del subcontinente indio.
La trágica partición de la India.
Milkha nació en la ciudad panyabi de Lyallpur (hoy Faisalabad) el 17 de octubre de 1935. Tenía once años cuando se proclamó la independencia de la India y la segregación del Pakistán (15 agosto 1947), que dejó su región en el estado musulmán de Pakistán. Se calcula que unos doce millones de personas se vieron obligados a trasladarse, los musulmanes de la nueva Unión India hacia Pakistán, y los hindúes y sikhs en sentido inverso. Esta deportación masiva se hizo en medio de gran violencia, masacres y suicidios colectivos. Sus padres, pertenecientes a una familia de terratenientes, fueron asesinados delante de Milkha, que fue acogido en el Punjab indio y vivió de forma muy modesta durante su adolescencia.
El león del Punjab derrotó al Imperio.
Rechazado por el ejército, se matriculó en Ingeniería mecánica en 1952 y allí su talento fue detectado por el que sería su entrenador, Havildar Gurdev Singh. Con 20 años fue seleccionado para los Juegos Olímpicos de Melbourne donde cayó a las primeras de cambio en 200 y 400m. Decidió entonces someterse a un entrenamiento intensivo (cinco horas diarias) y desde 1957 acaparó títulos indios de 100, 200 y 400m (hasta 1961). En los Juegos Asiáticos de 1958 en Tokio se impuso en los 200m al pakistaní Abdul Khaliq, considerado el hombre más veloz de Asia (además de doble campeón asiático de 100m había sido semifinalista olímpico de 100 y 200m en Melbourne, cuarto en ambas semifinales). Luego ganó los 400m sin problemas.
En los Juegos del Imperio celebrados en Cardiff se impuso en la final de las 440 yardas corrida el 24 de julio obteniendo el único oro atlético de la India en este certamen durante el siglo XX. Pese a ir por la calle 6, sin referencias, batió con 46.71 al sudafricano Mal Spence (46.90), al canadiense Terry Tobacco y a los ingleses John Salisbury y John Wrighton (que unas semanas después dominarían el campeonato de Europa). La India fue quinta en el relevo 4x440y ganado por Sudáfrica ante Inglaterra y Jamaica. En 1959 fue distinguido con el premio Padma Shri, una de las más importantes distinciones civiles de su país.
La decepción de Roma.
En los años siguientes Milkha Singh se mantuvo prácticamente imbatido logrando triunfos notables como el campeonato de la AAA inglesa batiendo al joven Robbie Brightwell y otros sobre atletas americanos o el franco-senegalés Abdou Sèye. Era, por tanto, uno de los favoritos para las medallas en vísperas de los Juegos.
En la capital italiana corrió con prudencia las difernetes eliminatorias, ya que había tres rondas previas a la final (serie y cuartos en un día y semifinal la víspera de la final). Sólo el americano Otis Davis y el alemán Carl Kaufmann parecían superiores al atleta sikh. De hecho, estos dos atletas se jugaron el oro en un emocionántisimo final en el que batieron el RM (44.9 manuales), siendo el título para el americano por una centésima. Tras ellos y por la calle 5 Singh salió demasiado prudente y cruzó por los 300m en quinta posición (33.4). Aunque remontó en la recta final, no pudo colmatar las 3/10 que le llevaba el sudafricano Spence que le privó del ansiado bronce por 1/10. Sus 45.6 (45.73) permanecieron como record indio hasta 1998 pero ese fue el día más amargo del león Milkha que siempre se reprochó haber errado la distribución de su esfuerzo. Hasta 1984 fue el atleta de la Unión India que más cerca había quedado del podio hasta que la vallista P. T. Usha quedó a 1/100 en la final de 400m vallas de 1984.
El sikh volador.
Tras esa decepción Milkha quiso abandonar el deporte pero finalmente volvió a ponerse las zapatillas de clavos. En 1962 acudió a los Juegos Asiáticos en Yakarta y se impuso en los 400m (46.95) ante su compatriota Makhan Singh. Los indios remataron el campeonato con el oro en el relevo largo. Pese a tener muchas reticencias aceptó correr en 1962 en su Pakistán natal frente al ídolo local Abdul Khaliq, al que batió. Ello le valió el apelativo del Sikh volador por parte del entonces presidente de Pakistán, el general (y dictador) Ayub Khan, un apodo que le quedó para siempre en su país.
Aún acudió a sus terceros JJ.OO. corriendo sin releive el relevo en Tokio-64. Tras su retirada fue Director de deportes del estado del Punjab hasta su jubilación. Su hijo Jeev Milkha Singh es jugador profesional de golf, habiéndose impuesto en trece torneos, tres de ellos del Circuíto Europeo como el Volvo Masters de Sotogrande en 2006. Se anuncia el rodaje de una película sobre su vida: Bhaag Milkha Bhaag (Corre Milka, corre) a cargo de Rakeysh Mehra (Bollywood es la primera productora mundial de películas).
14 de mayo de 2011
Milkha Singh, el león del Punjab.
Etiquetas:
400m,
Abdoulaye Sèye,
Abdul Khaliq,
Carl Kaufmann,
John Salisbury,
John Wrighton,
Mal Spence,
Milkha Singh,
Otis Davis,
P. T. Usha
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario